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¿Cómo Sabemos lo que Sabemos?

Actualizado: 2 dic

El Origen del Conocimiento desde la Filosofía y la Psicología

"El conocimiento surge en el estado natural del hombre, libre de la corrupción de la civilización."

Jean-Jacques Rousseau




Desde los inicios de la civilización, una de las preguntas que nos inquieta como seres humanos es la cuestión de nuestro origen, especialmente el origen de nuestro saber, de la habilidad para comprender y organizar el mundo que nos rodea. El conocimiento, fuente inagotable de reflexión, ha sido explorado con asombro y curiosidad, y la búsqueda por demostrar cómo adquirimos, estructuramos y validamos lo que sabemos ha sido un tema central tanto para el pensamiento filosófico como psicológico a lo largo de los siglos.

En este contexto, nos preguntamos: ¿Cómo sabemos lo que sabemos? Para responder a esta pregunta, es crucial comprender qué es el conocimiento, y para ello vamos a adentrarnos en una rama de la filosofía que teoriza sobre el origen del conocimiento humano: la Epistemología.


La Epistemología

La epistemología se deriva de dos términos griegos: episteme, que significa conocimiento, y logos, que puede traducirse como estudio o ciencia. Por lo tanto, epistemología literalmente significa "el estudio del conocimiento". Esta disciplina se enfoca en analizar cómo construimos el conocimiento, de qué se conforma, cuáles son sus límites y su importancia, especialmente a través del método científico. La epistemología se pregunta: ¿Qué es el conocimiento? ¿Cómo se adquiere? ¿Qué justifica una creencia como verdadera? Estas preguntas son clave para evaluar la fiabilidad de nuestras creencias y teorías.


Durante la época de la Antigua Grecia, surgió un hombre cuyo legado perdura hasta nuestros días: Aristóteles. En su filosofía, las bases del conocimiento se encontraban en los sentidos, ya que sostenía que todo lo que sabemos proviene de la experiencia sensorial. Aristóteles desarrolló una teoría del conocimiento basada en la observación del mundo natural, sentando las bases del empirismo que influenciaría a muchos filósofos posteriores.


Un ejemplo destacado del empirismo es el del filósofo y médico inglés John Locke, quien afirmaba que "ningún conocimiento humano puede ir más allá de su experiencia". Esto significa que el conocimiento humano se origina a partir de la observación y el razonamiento, descartando la idea de conocimientos innatos. Locke influyó profundamente en el pensamiento moderno al proponer que la mente es una "tabla rasa", es decir, nacemos sin ideas preconcebidas y adquirimos conocimiento únicamente a través de la experiencia sensorial.

Este enfoque contrasta con teorías como el racionalismo de René Descartes, que sostenía que la razón, más que la experiencia, es la fuente principal del conocimiento.


Por otro lado, encontramos el idealismo de George Berkeley. Este filósofo irlandés del siglo XVIII defendió una postura radical respecto al conocimiento y la realidad: sostenía que no existe el mundo material independiente de nuestras percepciones. Para Berkeley, "ser es ser percibido" (esse est percipi), lo que significa que todo lo que conocemos existe solo en la medida en que es percibido por una mente. Según su teoría, la realidad no es algo externo a nosotros, sino una construcción mental que depende completamente de nuestras percepciones sensoriales. Su idealismo desafió las ideas del empirismo clásico y sigue siendo un punto de referencia en debates sobre la naturaleza de la realidad.


El Conocimiento

Ahora bien, ¿Qué es el conocimiento?

Según la Real Academia Española (RAE), el conocimiento es "la acción y efecto de conocer". Sin embargo, esta definición es demasiado general y no nos ofrece suficiente claridad sobre el concepto. Al profundizar en el término "epistemología", comprendemos que, según las teorías del conocimiento, este se adquiere a través de la interacción entre el sujeto (quien conoce) y el objeto o la realidad (lo conocido). En otras palabras, el conocimiento surge de la experiencia vivida, cuando el individuo se enfrenta y reflexiona sobre el mundo que lo rodea.

Desde la filosofía, el conocimiento se define como el conjunto de creencias verdaderas y justificadas. Esto significa que para que algo sea considerado conocimiento, no solo debe ser verdadero, sino que también debe estar respaldado por una justificación sólida.


En el ámbito de la psicología, el conocimiento es visto como un proceso cognitivo que implica la adquisición, organización y aplicación de la información. Para la psicología, conocer no es solo acumular datos, sino que implica cómo el cerebro procesa, almacena y utiliza la información para resolver problemas y adaptarse al entorno. Teorías como las de Jean Piaget subrayan que el conocimiento se desarrolla a través de etapas de crecimiento cognitivo, donde el individuo aprende mediante la interacción con su entorno, formando esquemas mentales que evolucionan con la experiencia. Piaget identificó cuatro etapas de desarrollo, desde la infancia hasta la adolescencia, en las que el conocimiento se construye y se ajusta a la realidad que percibimos.


Otro influyente psicólogo, Lev Vygotsky, propuso una visión más social del conocimiento, argumentando que el aprendizaje se da en gran medida por la interacción con otros. Su teoría del constructivismo social sostiene que el conocimiento es co-construido a través del lenguaje y la cultura, y que el desarrollo cognitivo está profundamente influenciado por las relaciones sociales.


El psicólogo Jerome Bruner también aportó a esta discusión, señalando que el conocimiento no solo se adquiere pasivamente, sino que se construye activamente al categorizar y organizar la información en estructuras significativas. Bruner defendió que el proceso de aprendizaje es un acto activo y que la forma en que organizamos el conocimiento depende de la manera en que lo presentamos y lo experimentamos.


La exploración del conocimiento es una travesía sin fin, donde cada teoría y descubrimiento nos abre puertas a nuevas preguntas y posibilidades. Reflexionar y debatir sobre cómo entendemos el mundo no solo enriquece nuestra comprensión, sino que también nos invita a cuestionar y expandir nuestras propias percepciones y creencias. En este camino, es esencial mantener una mente abierta y crítica, reconociendo que el conocimiento es un proceso en constante evolución, moldeado por nuestras experiencias, interacciones y contexto cultural. Esta visión dinámica del saber nos permite enfrentar los desafíos del presente y del futuro con mayor claridad y profundidad, iluminando nuestro camino con la luz del entendimiento.








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